domingo, 22 de mayo de 2022

El Salteñazo: historia de una lucha popular



por Facundo Sinatra Soukoyan

 La ciudad de Salta, 53 años atrás, era testigo de uno de los hitos más importantes de su historia en la pelea por el cambio social y la lucha contra la dictadura. El Salteñazo se denominó aquel suceso que copó las calles e hizo temblar las entrañas del poder, en consonancia con movimientos similares en distintos puntos del país.

Un marco internacional

Al analizar un hecho histórico resulta fundamental, y muchas veces revelador, comenzar enmarcando su contexto nacional e internacional.

Los movimientos sociales y políticos desatados alrededor del mundo en la década del 60 no fueron ajenos en la Argentina, por el contrario, encontraron una caja de resonancia que desafió el orden social y político establecido.

En este sentido, la docente e historiadora de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) Alejandra Soler Carmona, analiza aquellos hechos: “Todo está atravesado por un contexto internacional. Hay que tener en cuenta que desde mediados de los años 60 se comienzan a percibir los primeros síntomas de una crisis económica capitalista, y no solamente económica, sino también crisis política a nivel mundial. En Estados Unidos sucedía la pelea por los derechos civiles y económicos de la población negra; la cuestión de Vietnam, una larga guerra que ponía en cuestión el dominio mundial de Estados Unidos. Movilizaciones en Italia, en Francia e inclusive en el mismo campo de la Unión Soviética”.

Soler Carmona agrega: “Entonces a nivel mundial se comienza a percibir la organización de una fuerza social. En esa época también se da la pelea por los planes de estudio en Francia, el Mayo Francés está motivado, en principio, no solo por reclamos obreros, sino también por el rechazo a la modificación de los planes de estudio de las universidades que las querían adaptar a las necesidades empresarias”.

La situación local

El golpe de estado de Juan Carlos Onganía, iniciado en 1966, acelera procesos de maduración política en algunos incipientes grupos políticos. La fuerte represión desde su mismo inicio genera un gran rechazo social. “El golpe de Onganía comienza con represión apenas inicia, con la intervención a las universidades, a los sindicatos, a los medios de comunicación, y también con un plan económico, encabezado por Krieger Vasena, ministro de economía, de ajuste y congelamiento de salarios. Todos estos elementos van acumulándose para desatar una crisis tremenda”, comenta Soler y agrega: “En el caso de Salta, vemos movilizaciones estudiantiles desde el año 66, movilizaciones por la creación de la Universidad Nacional de Salta. Desde aquellos años comienza también la organización y el surgimiento de organizaciones político-militares como, por ejemplo, el PRT”.

El feroz avance de la dictadura en el plano político y social comienza a despertar un germen de resistencia que se encontraba latente, “con el golpe de Onganía, tal como ocurría a nivel nacional, se intervienen y se disuelven los centros de estudiantes. Todo esto se va acumulando y en el 1968 tenemos un primer enfrentamiento importante entre esta alianza y obreros y estudiantes, por el aniversario y en repudio al golpe de Estado del 66. En ese momento el gobernador era Rovaletti, un interventor de la provincia, un personaje que representaba una alianza con la gran burguesía. Venía de  familia cercana al club 20 de Febrero, que es un club social de los que yo llamo la pseudo-aristocracia salteña. Él estaba relacionado a esos grupos”.

Con salarios congelados y aumento brutal en el costo de vida, hacia enero de 1969 comienzan una serie de luchas y huelgas. Así lo comenta la investigadora de la UNSa: “Son reclamos aislados que hacen que el gobierno aumente en un 8% los salarios, pero solamente para la actividad privada. El sector público entonces empieza a reclamar por no estar incluido en ese aumento. Los reclamos llegan de todos los sectores: de comercio, de ferroviarios, de obreros de la construcción, docentes, de la administración pública. Esto es importante remarcarlo porque hay una idea de que los ‘azos’, Salteñazo, Cordobazo, Rosariazo, son cuestiones espontáneas, cuando en realidad son temas que venían madurando, acumulando elementos. Digamos que tenía sus claros antecedentes”.

Preludio de la pueblada

La combustión comienza a crecer lenta pero sostenidamente. En los inicios de 1969 se realiza una gran movilización y huelga de hambre en Villa Ocampo, provincia de Santa Fe, donde obreros y estudiantes inician una huelga que funciona como caja de resonancia a nivel nacional.

Meses después, con la conmemoración del Primero de Mayo, se acentúan las acciones y el clima de tensión: “En mayo se empiezan a incrementar los enfrentamientos, y ya a mediados de mes, explota en toda la Argentina. Todo comienza el 15 de mayo con movilizaciones en Corrientes contra la privatización del comedor universitario, una movilización de estudiantes donde la policía asesina a Juan José Cabral. Este asesinato desencadena lo que fueron los ‘azos’, que son puebladas en todos lados”, enfatiza la docente universitaria salteña y agrega: “Ahí comienza la aceleración de los tiempos. Las provincias de Salta, Tucumán y otras, declaran, por el asesinato de este estudiante, un asueto del 19 al 25 de mayo, y en Rosario también asesinan a Adolfo Bello. Se declara entonces un gran paro estudiantil”.

Salteñazo

Los días previos al 21 de mayo se organizan marchas y asambleas donde estudiantes universitarios convocan al movimiento obrero, centros vecinales y profesionales, organizando asambleas que superan las 500 personas.

En este sentido, comenta Soler Carmona que “El 21 de mayo lo que ocurre es que hay un enfrentamiento social. Se comienzan a movilizar las masas de población. Ya no son sectores por separado, aislados, sino población por fuera de los canales institucionales. Se organizan en asambleas en donde se pierde la identidad individual del trabajador metalúrgico, de estudiantes secundarios, de estudiantes universitarios, para convertirse en una fuerza unificada, una fuerza de enfrentamiento con las fuerzas represivas del Estado, y esa fuerza social ocupa lugares estratégicos de la ciudad”.

Durante esa jornada tomaron facultades, y se realiza un paro importante con una adhesión muy grande de los estudiantes secundarios, “esta es una particularidad de Salta, que además de participar la clase obrera y estudiantes universitarios, los estudiantes secundarios son los que fogonean y movilizan. Se toman, por ejemplo, el Colegio Nacional, la Escuela Normal, la escuela Güemes, las técnicas” comenta la docente universitaria.

Los sucesos son relatados como una gran batalla campal, se desarrolla una situación como de guerra en la capital provincial. Los medios se hacen eco de los hechos llenando sus páginas con los incidentes ocurridos en cada esquina de la ciudad. La policía es repelida por los manifestantes y se ocupan, por momentos, la plaza central y varias cuadras alrededor de ella. Las consignas contra el gobierno militar unifican la pueblada.

En este proceso de avance y retroceso por las calles de la ciudad, se da un hecho de gran particularidad y significación subjetiva: la toma el tradicional Club 20 de Febrero. “Se organiza una marcha de antorchas que intenta llegar a la casa del gobierno y es impedida por la policía. Como no logran llegar, se desvían y sí llegan al Club 20 de Febrero. Este club es una representación, hasta el día de hoy, de la auto percibida aristocracia salteña, de los grandes propietarios de tierra, de ingenios. Ahí había una reunión en donde estaban participando inclusive algunos funcionarios de gobierno. Entonces toda una columna de manifestantes se dirige hacia el club. No sabemos si fue un intento de ocupación, pero efectivamente entraron y fueron repelidos por algún miembro que sacó una arma y tiró unos cuantos tiros al aire. Por supuesto, asistió la policía y se fue apagando el enfrentamiento”, relata Soler Carmona.

Con el correr de los días, el enfrentamiento se apacigua y la “normalidad” retoma las calles de la ciudad. Sin embargo, el impacto de los “azos”, en especial el Salteñazo, ya era un hecho y tendría consecuencias directas en las decisiones políticas locales.

La historiadora de la UNSa comenta que “El impacto del Salteñazo se ve meses después cuando se cambia el personal político de la dictadura. El gobernador Rovalleti se tiene que ir. Y otro impacto importante es que la dictadura militar comienza a percibir que ya con la fuerza sola no alcanzaba, y se comienza a hablar sobre la vuelta de un gobierno constitucional. Se inician las negociaciones entre el nuevo gobierno militar y los acuerdos con Perón para que se llame elecciones”.

A lo largo de todos estos enfrentamientos comienza una disputa al interior de esa fuerza de masas por ver qué carácter iba a tener el movimiento generado. Comienza entonces una puja entre los que solamente quieren terminar con la dictadura y que vuelva la democracia, y todo otro sector entre el que estaba, por ejemplo, el PRT y el FRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores, y el Frente Revolucionario Peronista, que querían ir más allá del simple cambio de régimen político”, resalta la docente salteña abriendo el prólogo de lo que serán los próximos años de aún mayor convulsión política y lucha social.

Todas estas situaciones y tensiones vinculadas a un compromiso político con el cambio social, poco a poco se agudizarán y llegarán a su tensión máxima, cuando la dictadura cívico-militar instaure el terrorismo de estado.

La historia dirá entonces que los “azos”, a lo largo y a lo ancho del país, fueron un mojón fundamental para empujar el sueño de un país más justo desde diversas miradas y militancias políticas. Lo cierto también es que la mecha se había encendido, y Salta fue parte fundamental de aquella historia.

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