El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, respaldó este miércoles el reclamo de pueblos originarios andinos que exigen la restitución de los restos de más de 500 años de antiguedad de un niño, una niña y una adolescente hallados en 1999 en el Volcán de Llullaillaco de Salta --recientemente declarado "sitio sagrado" por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI)-- que están exhibidos en la actualidad en el Museo salteño de Arqueología de Alta Montaña (MAAM). 

"Apoyo para que sean restituidos los antepasados (de esas comunidades), que los antepasados puedan volver a sus comunidades y lugares de origen", expresó Pérez Esquivel en un video difundido este miércoles por Marco Bufano, fotógrafo del colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social), quien registra apoyos para las comunidades en lucha.

"Entiendo que deben tomarse cuidados con la conservación de esos restos, pero apoyo que se pueda llegar a una solución conveniente para todos", añadió el Premio Nobel de la Paz.

El hallazgo

"Los Niños del Llullaillaco" fueron hallados en 1999 en el santuario más alto del mundo, a 6.730 metros de altura, en perfecto estado de conservación, a pesar que datan de más de 500 años.

Se trata de un niño de 7 años, a cuya momia se conoce como "El Niño"; una niña de 6 llamada "La Niña del Rayo" y el cuerpo de una adolescente de 15 años, a quien se designó con el nombre de "La Doncella".

Junto a ellos se encontraron medio centenar de objetos en miniatura de oro, plata, plumas, textiles y cerámicas.

Las comunidades originarias piden desde 1999 la restitución de las momias, que son exhibidas en la actualidad en el Museo salteño de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), inaugurado en 2004 especialmente para albergar sus restos.

Intervención del INAI

El reclamo de las comunidades originarias volvió a tomar fuerzas el pasado 13 de junio, tras la decisión del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) de declarar "Sitio sagrado" al Volcán Llullaillaco de Salta, en la Cordillera de los Andes.

El centro ceremonial Llullaillaco, destacó entonces la resolución del INAI, firmada por su presidenta, Magdalena Odarda, es "uno de los más importantes del continente, cuenta con un cementerio comunitario a 4.900 metros de altura, con un camino que incluye edificios que van desde la base hasta la cima, constituyéndose en un centro de ofrendas único en el país".

"Vemos con muy buenos ojos esta declaración (de sitio sagrado). De hecho, siempre le dimos tal tratamiento al Llullaillaco porque es el rol que le dieron los Incas a este tipo de Apus (montañas divinas) y eso fue así desde el momento constitutivo del museo", señaló entonces Mario Bernaski, director del MAAM. En esa oportunidad, se mostró a favor de discutir la restitución de los niños: "Creo que hay que sentarse con todas y todos a charlar el tema", dijo.

Apoyo del Premio Nobel de la Paz

"Adolfo siempre apoyó las luchas de las comunidades originarias y ahora suma un nuevo granito de maíz en su larga lucha por la defensa de los derechos humanos. Para nosotros es un honor tremendo transmitir este apoyo, desde el INAI, a las comunidades en lucha por la restitución de sus ancestras y ancestros", destacó en diálogo con Télam Fernando Pepe, antropólogo del INAI, sobre el video de Pérez Esquivel. 

"El apoyo de los premios Nobel de la Paz a las restituciones --recordó-- comenzaron con el pedido de Nelson Mandela en 1994 a Francia por la restitución de Sara Baartman, mujer de la etnia khoi, conocida como 'La Venus hotentote', fallecida en 1815 prisionera de los científicos franceses de la época, que luego la embalsamaron y exhibieron". Finalmente, en 2002, "el reclamo de restitución de Mandela se concretó a Sudáfrica", repasó el experto.

En Argentina, "ya en el año 2001 Adolfo Pérez Esquivel apoyó y participó activamente de la restitución de Panguitruz Güor (Mariano Rosas) desde el Museo de La Plata a las comunidades Ranqueles de La Pampa", añadió el antropólogo.

Estos apoyos, concluyó, "son muy importantes para visibilizar y concientizar en materia de Derechos Humanos y en derecho indígena. También nos enseñan a ver a las comunidades indígenas como hermanos y hermanas de nuestros pueblo, ya no como objetos de museos de un pasado remoto". 

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